lunes, 5 de abril de 2010

ABDALA BUCARAM







Período Presidencial: 10 de agosto de 1996 a 10 de agosto del 2000; cesado por el Congreso el 6 de febrero de 1997
Primera Dama: María Rosa Pulley Vergara
Vicepresidenta: Rosalía Arteaga Serrano: 10 de agosto de 1996 a 10 de agosto del 2000; período limitado por el Congreso hasta el 10 de agosto de 1998

Triunfaron en la primera vuelta de las elecciones presidenciales el abogado Jaime Nebot Saadi del Partido Social Cristiano y el abogado Abdalá Bucaram Ortiz del Partido Roldosista Ecuatoriano en este orden. La diferencia entre los dos fue de 34 mil votos. El señor Freddy Ehlers Zurita de los movimientos Pachakutik-Nuevo País quedó tercero con seis puntos menos que los ganadores. El empresario Rodrigo Paz Delgado de la Democracia Popular obtuvo el cuarto puesto con siete puntos menos que Ehlers. Era el 17 de mayo de 1996. En la segunda vuelta el 7 de julio, el pueblo de todas las provincias del país, a excepción de la del Guayas y de las ciudades de Quito y Guayaquil, eligió a Bucaram con el 54 por ciento de los votos.

LA CAMPAÑA







Las elecciones ocurrieron en un tiempo de recesión económica, de crisis de identidad política por el desgaste de las ideologías, de desinterés político a causa de la descomposición del Estado, y de creciente desintegración social con cinco de cada 10 ecuatorianos bajo el nivel de la pobreza y dos de cada 10 ecuatorianos en la miseria.

Los dos finalistas eran costeños financiados por grupos económicos que invertían en el poder político: a Nebot lo financiaba, principalmente, el sector mayoritario de la oligarquía económica guayaquileña obsecuente con León Febres-Cordero. A Bucaram, otro grupo oligárquico de Guayaquil y Quito ligado a la colonia libanesa: Filanbanco, el empresario bananero Álvaro Noboa, el banquero Roberto Isaías y su red de comunicación: TC, TV Cable y radios Caravana y Super K 800, el empresario Roberto Goldbaum, el grupo petrolero Peñafiel y el comerciante Alfredo Adum, candidato a la Alcaldía de Guayaquil.

En el resultado electoral influyó Febres-Cordero que había ganado la reelección de alcalde de Guayaquil con el 70 por ciento de los votos: por lo tanto, Nebot ganó en Guayaquil con el 51 por ciento y Bucaram fue segundo con el 33. Pero en la campaña de la segunda vuelta Febres-Cordero perjudicó a Nebot cuando calificó de delincuentes y prostitutas a quienes habían votado por Alfredo Adum y le perjudicó también en la Sierra, pues los serranos no habían olvidado la arbitrariedad del gobierno febrescorderista e identificaban a Nebot con el ex presidente. Mas el triunfo de Nebot en Guayaquil fue, sobre todo, obra de Bucaram: los guayaquileños, que lo habían tenido como su Intendente y Alcalde, conocían bien la diferencia entre el Bucaram en campaña y el Bucaram en la administración pública.
Desde la derrota de éste en las elecciones presidenciales de 1992, el Partido Roldosista había avanzado en la Sierra, en las zonas periféricas de la cuenca del Guayas y entre los indígenas. La Centroizquierda tradicionalmente fuerte en la Sierra andaba en crisis: la ID, muy venida a menos e inflexible en sus planteamientos ideológicos y en el personalismo de sus líderes, y la DP, más sensible a la modernización, no pudieron unirse. La ID se alió, más bien, con las nuevas fuerzas sociales: el Movimiento Indígena Pachacútik y el Movimiento Nuevo País. Este último se inspiraba en el periodista de televisión Freddy Ehlers, el rostro más conocido en Ecuador. Ehlers cosechaba seis años de una hora de siembra dominical ininterrumpida en su popular programa 'La Televisión'. En él había defendido la ecología, las aspiraciones de la juventud, de la mujer, de los activistas de los derechos humanos, de la plurinacionalidad y había denunciado casos de corrupción política. Ehlers proponía crear un nuevo Ecuador que fuera tan bello y tan poderoso como la naturaleza ecuatoriana.

En la segunda vuelta los dos finalistas buscaron el voto indígena y el del Nuevo País: Nebot ofreció defender y mejorar el Seguro Social, llamar a una Asamblea Constituyente -uno de los proyectos favoritos de Ehlers- , atender la vivienda, preocuparse de lo social o de "Primero la gente" y, en cuanto no afectara la unidad de la Nación, aceptar la plurinacionalidad propuesta por los indios. Nebot fomentó el miedo a Bucaram. La mayoría de los medios de comunicación respaldó a Nebot. Bucaram prometió crear un Ministerio Indígena, ampliar el seguro campesino, volver oficiales las lenguas indígenas, conservar los puestos de la burocracia, proteger a los sindicalistas y promover a los empresarios. Bucaram fomentó el miedo a Nebot.
El estilo de la campaña fue populista. El de Nebot con un populismo ilustrado y una propuesta equidistante de la economía de mercado y del Estado benefactor. Nebot fue incansable en exponer su doctrina en desayunos, concentraciones, visitas a los barrios, reuniones con dirigentes y en la televisión. Bucaram con un populismo de masas basado en la exaltación de los pobres, la condena de los ricos y el desprecio de la burguesía. Ante las muchedumbres desplegó su talento retórico y teatral apuntalado con insultos pintorescos e impactantes y con bailes en las tarimas, cantos, música popular romántica y de rock. Durante la campaña le acompañó el grupo musical "Los Iracundos", de Uruguay. Su grito de guerra fue deportivo: triunfar y cambiar el país "De un solo toque". Ante la gente de la burguesía, la clase media ilustrada y la burocracia internacional, ensayó un discurso coherente y exhibió un comportamiento cortés y refinado. Su candidata a la Vicepresidencia, la cuencana Rosalía Arteaga Serrano, ministra de Educación del gobierno de Durán-Ballén y fundadora del partido MIRA de incierta ideología, ayudó a que la paradoja Bucaram se volviera menos contradictoria. Arteaga fue un iceberg de decoro que no llegó a deshelarse en los hirvientes mares tropicales del bucaramismo.



Nebot y Bucaram sabían que estaban condenados a la economía de mercado y a imponer nuevos ajustes económicos. Ambos prefirieron ilusionar a los votantes con promesas. Quienes conocían a los candidatos optaron por la abstención o votaron por el mal menor. Para muchos el mal menor fue Bucaram porque decían que Bucaram o salvaba el país o lo hundía. En este caso, Bucaram se marcharía pronto dejando el Gobierno en las disciplinadas manos de los militares. La ignorancia, la pobreza y miseria, la pasión, la ingenuidad, el miedo, la irresponsabilidad frente a lo público pusieron en la Presidencia a Bucaram.

EL GOBIERNO DE ABDALÁ

El presidente Abdalá Bucaram Ortiz gobernó durante 186 días y 31 minutos. Ciento trece para escalar, 38 días de auge y 35 de caída. Llegó sin un plan de gobierno, pero tenía tres metas claras: un ajuste económico, político y social tajante y coherente, la paz con el Perú y la vivienda para los pobres. Se demoró 113 días en elaborar y anunciar el plan de ajustes. El plan se asentaba en la convertibilidad de cuatro nuevos sucres por dólar respaldados totalmente por la reserva monetaria internacional desde el primero de julio de 1997. Entre las reformas más importantes que seguirían a la convertibilidad estaban:

Créditos muy restringidos del Central a los sectores público y financiero, libre circulación del dólar y traslado de los depósitos del sector público al sistema financiero privado. -Reestructuración de la deuda pública y reinserción en los mercados internacionales de capitales vía bonos del Estado. Equilibrio fiscal obligatorio mientras el saldo de la deuda pública equivaliera, al menos al 45 por ciento del PIB. Reforma administrativa del Ministerio de Finanzas. Reformas tributarias: facturación universal, reducción del impuesto a la renta sobre las utilidades reinvertidas o distribuidas, abolición del impuesto al ahorro y al crédito, impuestos a lo suntuario, prisión de algunos años a los evasores fiscales y a los contrabandistas. Fondo de reserva para proteger el petróleo de los vaivenes del comercio exterior. Reestructuración de Petroecuador mediante concesiones, sociedades anónimas, liberación del comercio de productos refinados, fiscalización y control por parte del Estado. -Fusión del Central, Junta Monetaria y Superintendencia de Bancos en un Banco de la Reserva. -Capitalización y transferencia del sector eléctrico. Plan Nacional de Crédito a Corto Plazo para cultivos de ciclo corto; reducción del 50 por ciento del impuesto a las pequeñas sociedades agrarias fuera de Quito y Guayaquil. -Financiamiento para las exportaciones de bienes y servicios. Privatizar o concesionar el turismo; complejos vacacionales populares. Proyecto Artesanal Costero Spampani. Ministerio de Comercio Exterior que designará a los funcionarios del servicio diplomático del Comercio Exterior; Ley de Comercio Exterior. Seguridad a la inversión extranjera. Unificación salarial, flexibilización laboral, contratación por horas, reformas a los contratos colectivos, seguro de desempleo, ajuste salarial por productividad.
Separación de cuentas y contribuciones para los servicios del IESS en Salud, Pensiones, Prestaciones y Seguro Social Campesino, capitalización administrada por el sistema financiero privado. Reforma del Crédito. Concesión de las autopistas y los nuevos aeropuertos de Guayaquil y Quito, privatización de las telecomunicaciones, capitalización de la generación y distribución eléctrica. Educación básica de 10 años, Red Nacional de 1800 farmacias populares, seguro de salud para un millón ochocientos mil indios, 200 mil soluciones habitacionales, alimentación y protección a 700 mil menores de 18 años.

Concesión de las comunicaciones. -Setenta y un reformas legales, entre ellas: reelección presidencial indefinida, período presidencial de cinco años, bicameralidad, elecciones legislativas en la segunda vuelta, elección uninominal de legisladores, y vicepresidente de la República como cabeza del Congreso.

En cuanto a su anhelo de paz con el Perú, el Presidente confió en el carisma de su facilidad para hacer amigos. Aprovechó de los viajes a la Décima Cumbre del Grupo de Río en Cochabamba, Bolivia, a la que asistieron 13 presidentes en agosto de 1996, y a Lima en enero de 1997 para establecer lazos de amistad con el presidente peruano Alberto Fujimori, habló del perdón como presupuesto cristiano para la paz, declaración que fue mal interpretada por un sector de la opinión pública ecuatoriana, y se fío de su camaradería con el presidente argentino Carlos Menem, uno de los garantes del Protocolo de Río. En cuanto a la vivienda para los pobres, entregó el 29 de septiembre las 13 mil primeras casas con teléfono en Durán a los adjudicatarios inscritos en el Plan "Un Solo Toque".



Sin embargo, la coherencia y radicalidad del plan de ajustes presuponía una severa disciplina política, social y económica que volviera creíble el plan. El modo como el Presidente gobernó durante todo el tiempo volvía muy dudosas esas condiciones de posibilidad y convencieron al pueblo y a los políticos de que el presidente no era apto para gobernar. En efecto, fuera de los técnicos al frente del Banco Central, de algunos asesores de Junta Monetaria, de los ministros de Finanzas, Industrias, Trabajo y Vivienda, el equipo ministerial era mediocre y algunos de sus integrantes corruptos. El de Exteriores, competente pero débil, el de Defensa escogido contra la voluntad del Comando Conjunto, el de Gobierno sin talento político ni poder, pues el Presidente era su propio Ministro de la Política. Su equipo de secretarios de la Administración Pública, Particular, de Comunicaciones no era competente y ellos con los asesores del presidente lo amurallaron en una soledad bulliciosa desde la que no veía la realidad sino a través del adulo de sus partidarios y electores poco a poco y pronto desengañados. Al frente del Banco del Estado y del IESS estaban personas nada confiables.

Sus relaciones con el Congreso se basaron en el cálculo político inmediatista y en los sobornos. La Función Judicial le fue obsecuente. La Superintendencia de Compañías fue instrumentalizada para que se solucione un problema de herencia del presidente de Junta Monetaria. Las Fuerzas Armadas le perdonaron los escándalos y apoyaron los planes de ajuste, pero cuando el pueblo se levantó, permitieron que el presidente se cayera.
No buscó con sinceridad la conciliación, atacó a los sindicatos públicos, sacrificó a la Ministra de Trabajo que había dado pasos efectivos para la conciliación entre el Gobierno, los empresarios y los trabajadores. Y la sacrificó por temor al ministro de Energía, Alfredo Adum, que le había financiado la campaña y a quien nunca pudo controlar pese a que los desmanes del ministro dañaban a fondo al presidente.

Entendió la moralización como mano dura con los roqueros de pelo largo y su música, pese a que él mismo los había usado en la campaña. Prohibió las bebidas alcohólicas en los domingos y cerró los bares a la madrugada; pero sus desafueros sexuales, reales o no, eran la comidilla del país mientras proponía la pena de muerte para los violadores. No se sentó a gobernar con seriedad, se movía y movía su gabinete a Esmeraldas, a Macas, a Guayaquil para continuar con sus ofertas y regalos populistas. No entendió a Quito, ni a su alcalde ni a su gente y fomentó el regionalismo. Gastó los fondos públicos en comprar el afecto del pueblo y la cooperación del Congreso, y no logró ni lo uno ni, a la larga, al menos completamente, tampoco lo otro. Toleró y fomentó la corrupción en las aduanas, cuyo sistema de computación desmontó hostigando a las verificadoras y camuflando con la intervención militar los desafueros de la mafia aduanera de sus amigos y acreedores de campaña. Abusó del nepotismo hasta en el Servicio Exterior. Aunque buscó la paz con el Perú y el comercio con Colombia y la inversión extranjera, borró sus logros con la imagen que desde su persona se proyectaba sobre el país visto como anárquico, tropical, inestable, nada serio. Pisoteó la dignidad presidencial con canciones y bailes trasmitidos a la televisión internacional y con la presencia de bailarinas baratas y de poca reputación.
Fomentó el culto a su persona, quiso estar en todo hasta en la presidencia del club de Fútbol más popular del Ecuador. Se dejó llevar por la paranoia inventando sabotajes y acusando de conspiración a colaboradores y opositores. Permitió que algunos de sus hermanos y su hijo envilecieran al país y malgastaran el dinero del Estado. Y engañó al pueblo y empresarios amigos con una Teletón que avergonzó al Ecuador por el estilo de la presentación protagonizada por el Presidente y una bailarina y por el robo de una parte de lo recaudado para los niños pobres por parte de algunos colaboradores. Y no reparó en seguir insultando a quienes se le oponían. Maltrató a la prensa a la que no escuchó, a la que trató unas veces con arrogancia y otras con servilismo, a la que amenazó sutilmente y calificó de regionalista.







Con una conducta presidencial tan contradictoria, incoherente, irrespetuosa y agitada, su plan de ajustes tenía una mínima probabilidad de ser puesto en ejecución con seriedad, perseverancia, honradez y respeto a la democracia. Sin embargo, empezó a prepararlo con seriedad: cuando aumentó el costo de servicios tan básicos como el gas doméstico, la electricidad, el agua potable y los teléfonos, el pueblo que le había aguantado se rebeló. Los estudiantes salieron a las calles a lo largo del mes de enero. Los políticos opositores y los políticos colaboradores estaban listos para pescar a río revuelto. El 29 de enero de 1997, el embajador de los Estados Unidos leyó un discurso escrito denunciando la corrupción del régimen y alertando a los inversionistas de su país a no poner el dinero en Ecuador. Todos entendieron que Washington daba el visto bueno para que el presidente fuera cesado de su cargo como en efecto comenzó a ocurrir una semana más tarde en las jornadas iniciadas el 5 de febrero y concluidas el 11 de ese mes. Abdalá fugó nuevamente a Panamá, pero esta vez se llevaba supuestamente un botín cuantioso a vista y paciencia de la Policía y de las Fuerzas Armadas.



1 comentario:

  1. muy bien redactado. mejor imposible, jovenes deberiamos ver este tipo de archivos donde se muestra la realidad de la historia ecuatoriana. he entendido mucho de acuerdo con lo que me decia mi padre, en esos tiempos no habia gobernantes, solo codiciosos en busca de más y más dinero..

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